En el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, vamos a tratar de hacer una breve reflexión sobre el papel que, actualmente, tienen las mujeres en el campo laboral. Genera entusiasmo pensar que tanto en el trabajo como en otras esferas de la sociedad, existe ya una verdadera equidad entre hombres y mujeres: cada vez vemos más mujeres incluídas en más variados campos laborales. Sin embargo, ¿es real esta equidad o nos estamos dejando llevar por el optimismo?
Si hablamos de cantidad de mujeres que actualmente trabajan, las estadísticas son alentadoras; casi la mitad de la fuerza laboral actual está conformada por mujeres. El número de mujeres emprendedoras va en aumento, al igual que su participación en sectores como salud, turismo y cultura. Los salarios ganados son cada vez más independientes de ser hombre o mujer, es decir, ambos tienen la oportunidad de ganar lo mismo.
cada vez vemos más mujeres incluídas en más variados campos laborales. Sin embargo, ¿es real esta equidad o nos estamos dejando llevar por el optimismo?
Pero, vayamos más allá de la estadística… ¿qué sucede en el día a día con el trabajo de las mujeres? ¿son realmente respetadas y valoradas en la misma medida que los hombres? ¿se está viviendo la realidad de que su capacidad para desempeñar cualquier tipo de trabajo es igual a la del hombre?
Las respuestas a éstas preguntas no siempre son alentadoras. En la mente de empleadores y trabajadores, la mujer sigue estando marcada por algunos estereotipos o es motivo de alguna forma de sobrecarga laboral, a veces de las formas más sutiles.
Por poner un ejemplo, es común que una mujer que trabaja cargue con la entera responsabilidad de un hogar, es decir que, al terminar su jornada laboral, comienza una nueva: la de casa. La atención a los hijos y los quehaceres domésticos son dos barreras que, casi sin darnos cuenta, hemos puesto en el desarrollo laboral de las mujeres.
Otro ejemplo, es la carga psicológica que una mujer puede llegar a tener en ciertos campos laborales aún con “dominancia” masculina, entre otros: la seguridad privada. Ser mujer en un medio laboral que aún tiene mayoría de hombres puede acarrear ciertos tipos de presiones: acoso, desvalorización del trabajo y/o discriminación.
Lograr una verdadera equidad está en la colaboración de hombres y mujeres. Por parte de ellas está lograr un mayor empoderamiento y confianza sobre sus capacidades para el trabajo, en generar una imagen de crecimiento personal que sirva de ejemplo a hijos e hijas. Por parte de ellos está el tener una participación equitativa en el hogar y en la educación de los hijos (debemos ser muy conscientes de educar hijas empoderadas y de evitar educar “machitos” dependientes de que una mujer los atienda).
Lograr una verdadera equidad es cuestión de respetar las aptitudes que cada uno tiene como persona, independientemente de ser hombre y mujer, pero sobretodo de colaboración entre hombres y mujeres, sin buscar ningún tipo de beneficio o privilegio sobre el otro. Un respeto en que las mujeres puedan confiar en sí mismas y decidir sobre ellas sin verse tentadas a pasar, a veces violentamente, sobre lo que significa ser hombre. Un respeto en donde el hombre no tema perder “privilegios” u oportunidades por cederlos a la mujer. El equilibrio es responsabilidad de ambos, ni más ni menos. En palabras de la filósofa y escritora Mary Wollstonecraft: “No deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre sí mismas.”
Valemos como seres humanos y, por el sencillo hecho de serlo, merecemos recibir y dar respeto. Eso es lo que nos hace grandes.