Este concepto se ha puesto muy de moda en nuestro país, más que por una convicción, por la necesidad de alinearse con las políticas y estándares que comunidades de negocio internacionales, y que se desarrollan en países de primer mundo, plantean como necesarias para hacer negocio.
Sin embargo, aún no queda bien entendido la finalidad de obtener este “pensamiento responsable” dentro de la organización. Inclusive, hay quienes piensan que no es más que un distintivo que se debe comprar para participar en el juego económico internacional, con lo que demeritan completamente la intención de esta filosofía.
Entendamos por Responsabilidad Social el compromiso consciente y congruente de cumplir integralmente con la finalidad de la empresa, tanto en lo interno como en lo externo, considerando las expectativas económicas, sociales y ambientales de todos sus participantes, demostrando respeto por la gente, los valores éticos, la comunidad y el medio ambiente, contribuyendo así a la construcción del bien común
Lo primero que se debe entender es que la Responsabilidad Social en la organización no es una certificación o un título, es una visión de empresa. Es decir, que los valores y políticas deben alinearse a esta nueva forma de percibir las cosas.
Las empresas con Responsabilidad Social deben distinguirse por establecer un diálogo con cada uno de sus públicos de interés, desde los económicos (colaboradores, empleados) hasta los sociales (comunidad, gobierno, etc.)
Ser una empresa Socialmente Responsable implica tomar en cuenta la ética dentro de cada actividad planteada, la calidad de vida que ofrece a sus colaboradores, la vinculación y el compromiso con la comunidad y su desarrollo y el cuidado y la preservación del medio ambiente.
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